Los González vivían en una encantadora casita en medio de un pequeño pueblo. Todos los domingos se reunían en la cocina y preparaban un delicioso plato de migas de pan. Sin embargo, ese domingo en particular, ocurrió algo inesperado. Marta, la madre de la familia, se había dado cuenta de que se habían quedado sin pan. La despensa estaba completamente vacía. Pero no se dieron por vencidos. Después de buscar en todas partes, decidieron improvisar y utilizar colirroz en lugar de pan. Después de todo, ¿qué podría salir mal?
La familia comenzó a preparar las migas de colirroz, sazonándolas con ajo, aceite de oliva virgen y pimentón, como siempre lo hacían. Pero justo cuando estaban a punto de darle el toque final, el abuelo González, don Manuel, frunció el ceño y exclamó: "¡Esto no es lo mismo que el pan! ¡Esto es un sacrilegio culinario!". Don Manuel era un hombre de gustos tradicionales y, cuando se trataba de migas, no aceptaba sustitutos.
Don Manuel decidió que no podía soportar la idea de comer migas de colirroz, así que, con su orgullo herido, se levantó de la mesa y se dispuso a huir de la comida. Sin embargo, su escape fue más desastroso de lo que había imaginado. Mientras intentaba escapar, tropezó con una piedra y perdió un zapato. La familia, al notar que el abuelo había desaparecido, se preocupó y salió a buscarlo. Mientras tanto, el pequeño de la familia, Lucas, que aún gateaba, se deslizó inadvertidamente por la puerta abierta y se aventuró al jardín.
La búsqueda del abuelo se convirtió en una divertida odisea. Todos los miembros de la familia se dividieron para buscar en diferentes direcciones, llamando a don Manuel, pero lo único que encontraron fue su zapato perdido. Mientras tanto, Lucas, el pequeño aventurero, gateaba por el jardín y finalmente se cansó. Se arrastró bajo una enorme hoja de una planta y, sin darse cuenta, se quedó profundamente dormido en su escondite improvisado.
Finalmente, la familia se reunió nuevamente, frustrada por no haber encontrado al abuelo. Fue en ese momento cuando notaron que Lucas había desaparecido también. El pánico se apoderó de ellos, y una nueva búsqueda comenzó de inmediato. Después de mucho tiempo de búsqueda frenética, finalmente encontraron a don Manuel, quien había decidido regresar a casa al darse cuenta de que el hambre era más fuerte que su orgullo. Mientras regresaban, escucharon risas provenientes del jardín y corrieron hacia el sonido. Allí, bajo la hoja de la planta, encontraron a Lucas durmiendo plácidamente.
La familia González suspiró aliviada y, después de reunirse, compartieron un abrazo y rieron juntos por todas las aventuras que habían vivido ese día. Don Manuel, finalmente, aceptó que las migas de colirroz no eran tan malas después de todo, y todos disfrutaron de una cena deliciosa y única, llena de risas y amor.
Desde ese día en adelante, los González recordaron la divertida odisea de las migas de colirroz y la misteriosa desaparición del abuelo y Lucas como una historia familiar que contarían una y otra vez, siempre con una sonrisa en sus rostros.
No son migas de pan pero te puedo decir que no te dejarán indiferente, te lo aseguro.
· MIGAS DE COLIFLOR ·
Ingredientes para 1 persona
- Aceite de oliva virgen extra
- 2 ajos picados
- 75 gramos de panceta cortada en trocitos pequeños
- 1 cda. de pimentón dulce o ahumado
- 200 gramos de colirroz (coliflor picada)
- Sal
- 2 huevos (para acompañar)
Elaboración
Sofreír en AOVE los ajos picados, a fuego bajo, añadir la panceta. Añadir el pimentón, remover. Añadir la colirroz, remover. Añadir la sal. Remover todo, dejar cocinar 3 minutos y servir.
En una sartén aparte fríe 2 huevos.
Acompañar las migas con los huevos.
Para que veas que sí hacemos pan este finde estuvimos en Madrid aprendiendo hacer pan, pan de bueno ;)