El pirata Fortunato no tenía suerte. Tenía un dolor de muelas tan fuerte que hablaba con acento raro. Una mañana, su barca agujereada empezó a hacer blup blup blup, y antes de que pudiera decir “¡socorro!”, ya estaba flotando con media pierna dentro del agua. Logró llegar a una isla desierta. Mientras maldecía su destino y buscaba algo masticable que no fuera arena, escuchó un ruidito. Splotch… splotch… En medio de la playa, brillando bajo el sol como un tesoro gomoso, había un cuenco de gelatina. Y al lado, con los ojos brillando de emoción, estaba un pequeño dragón verde, adorable, de escamas suaves y mirada soñadora.
__¿Es tuya?__preguntó Fortunato señalando la gelatina. El dragón negó con la cabeza y se acercó dando pasitos tímidos. Sacó la lengua. Tocó la gelatina. La gelatina tembló. El dragón tembló más. ¡Iba a comérsela!. Pero justo entonces, un pulpo enorme salió del agua, lento, silencioso… y se metió directamente en la barca de Fortunato.__¡Eh! ¡Esa es mi barca, cefalópodo entrometido!__gritó Fortunato, olvidando por un segundo su muela.
El pulpo, sin decir nada, se enroscó cuidadosamente alrededor del casco y tapó el agujero con su cuerpo viscoso. Luego se quedó ahí, como si nada, flotando tranquilamente, como si fuera su trabajo. Fortunato, y el dragón lo miraron confundidos. El dragón se acercó a la gelatina, pero tropezó y cayó de boca. PLAF.
Gelatina por todas partes. En su cara, en la arena, en las alas. Y entonces, por primera vez... el dragón echó una mini chispa. ¡POP! __¡Funcionó!__gritó Fortunato, aunque se llevó la mano a la muela enseguida.
El dragón sonrió, cubierto de gelatina. Y así zarparon: el pirata dolorido, el dragón emocionado y el pulpo convertido en tapón oficial. El mar estaba en calma, la gelatina sabía a frambuesa, y Fortunato, con la boca hinchada, pensaba: “No es el mejor día... pero al menos no estoy solo.”
Había una vez un barquito chiquitito... Un barquito, el mar, color, sabor, una fiesta, una reunión, un lugar, todo cabe en este mes de agosto, para los
watermelon jello shots usé vodka pero para estos barquitos no, estos son más divertidos pero para niños, con unas naranjas exprimidas. Tómate el zumo, limpia las cáscaras y haz la gelatina que más te guste. Rellena las cáscaras de gelatina y déjalas en el frigorífico. Una vez frías y cuajadas córtalas con un cuchillo bien afilado en cuñas y ponles unas velas de verano o de piratas o de pulpos o de dragones, las que te pidan los niños, es divertido y a ellos les gusta mucho.
Fotografías @catypol - Circus day.