En un rincón acogedor de la ciudad, un pequeño café llamado "Sabor a Misterio". En este lugar, las trufas de chocolate picante eran la especialidad del chef, un hombre misterioso que nunca mostraba su rostro, pero sus trufas tenían el poder de encender las chispas del amor.
Un día, Sarah, una apasionada de la búsqueda de la verdad y amante del romanticismo, decidió participar en una cita a ciegas organizada por el café. Sarah era una periodista intrépida que había viajado por todo el mundo en busca de historias emocionantes. Su último viaje la había dejado con el corazón roto, pero estaba decidida a encontrar el amor en su propia ciudad.
Esa noche, Sarah llegó al café nerviosa pero emocionada. Se encontró con un misterioso caballero, cuyo nombre era Alex, y ambos se sentaron en una mesa junto a un rincón acogedor. Alex era un aventurero amante de los viajes locos, siempre en busca de emociones nuevas.
Mientras charlaban, se dieron cuenta de que compartían una pasión por la vida y la diversión. Hablaron de sus viajes más locos, de saltar en paracaídas en Nueva Zelanda, explorar templos en Tailandia y bucear en el Gran Arrecife de Coral. A medida que compartían sus historias, la sonrisa de Sarah se volvía cada vez más amplia.
Pero lo que más sorprendió a Sarah fue el sabor de las trufas de chocolate picante. Cada bocado era una explosión de sabores en su boca, un equilibrio perfecto entre lo dulce y lo picante. La combinación de chocolate y picante era como la combinación de sus personalidades, diferentes pero complementarias.
Con el tiempo, las citas en el café se convirtieron en una tradición para Sarah y Alex. Juntos exploraron las calles de la ciudad, compartieron risas y emociones, y descubrieron que la verdad que buscaban no solo estaba en sus historias de viajes, sino también en el amor que habían encontrado el uno en el otro.
El futuro se extendía ante ellos, lleno de aventuras por vivir y misterios por descubrir. En cada viaje, en cada risa y en cada trufa de chocolate picante, encontraron la chispa del amor que tanto anhelaban. Y aunque el mundo estaba lleno de corazones rotos, ellos habían encontrado la fórmula perfecta para mantener sus sonrisas puestas y sus corazones unidos, unidos por el sabor a misterio y amor que compartían.
Por todos es conocida la mona de Pascua de chocolate, muchos pasteleros se afanan en tenerlas listas para la fecha señalada, como Escribà que presenta cada año unas monas monumentales, creo que es todo un acontecimiento para los ciudadanos y la verdad es que son impresionantes. Mi idea no es hacer una mona, para nada, ni tan siquiera hacer los perfectos huevos de chocolate que tanto nos gustan y que cada vez más tenemos a nuestro alcance. No, yo quería hacer trufas, de chocolate, eso sí, pero trufas al fin y al cabo. Pero para rizar el rizo, las trufas debían tener un "algo" diferente, porque si no aunque la mona se viste de seda, mona se queda, ¿verdad?
Los chicos de Anar de tapes, me preguntaron si estaba interesada en participar en un concurso de cocina que hacen mensualmente con temática diferente, y este mes el tema es el chocolate. Así que inspirada en un libro de Maxine Clark, me puse a ello, sólo que esta vez es una receta para apasionados del chocolate y del picante, que con un divertido packaging se ha convertido en otra receta Circus, ¿el grado del picante? lo eliges tú.
· TRUFAS DE CHOCOLATE Y CHILE ·
Ingredientes para la trufa
- 170 gr. de chocolate negro troceado
- 25 gr. de mantequilla
- 200 ml. nata para montar
- 1 cdta. de chile en polvo (cayena, jalapeño, pasilla, etc.)
- 1 cucharada de whisky (o ron, o coñac, o vodka, etc.)
Ingrediente para rebozar la trufa
- Cacao en polvo sin azúcar
Ingredientes para el chile caramelizado
- 200 gr. de azúcar
- 250 ml. agua
- 2 chiles rojos, sin semillas
Elaboración
Con una cucharilla o con las manos formamos las trufas, en este caso en forma de huevos del tamaño de los huevos de codorniz, para colocarlos dentro de la huevera. Las rebozamos con el cacao, y las ponemos sobre una bandeja, las volvemos a dejar en el frigorífico hasta que endurezcan. Después las guardamos en un recipiente o cómo yo en una huevera. Añadimos unas tiras de chile caramelizado, y ya tenemos nuestras "monas" preparadas y listas para regalo.
Primero prepararemos los chiles caramelizados. Para ello, cortamos los chiles en tiras finas. Ponemos a hervir el azúcar y el agua en un cazo. Cuando hayan hervido durante 1 minuto le añadimos las tiras de chile, bajamos la temperatura y dejamos cocinar durante 25 minutos. Si lo hacemos por la noche, dejaremos los chiles dentro del cazo con el almíbar durante toda la noche. A la mañana siguiente, calentamos un poco el preparado y sacaremos las tiras de chile, las ponemos una a una sobre un papel para horno, y dejamos secar.
Para las trufas, también necesitamos prepararlas con bastante tiempo, por lo que mi consejo es preparar los chiles caramelizados la noche anterior, y las trufas también, pues así ambos preparados estarán toda la noche reposando.
Para las trufas, fundimos el chocolate, la mantequilla, la nata y el chile en polvo en una olla, con cuidado a no quemarlo. Cuando se haya fundido el chocolate añadimos el whisky, removemos bien y sacamos del fuego. Dejamos enfriar y lo ponemos un rato en el frigorífico hasta que enfríe. Cuando esté frío, lo sacamos del frigorífico y lo batimos con una batidora eléctrica, no subirá cómo cuando subimos la nata para montarla, pero un poco si lo hará. Lo pasamos a un recipiente con tapa o lo tapamos con film pero que toque la superficie del chocolate, que no quede aire dentro. Y lo dejamos toda la noche en el frigorífico.
No sé si están para ir al cielo, o endiabladamente buenas, o son Monas, no sé si sirven de regalo, o para un homenaje propio, sean para compartir o para uno mismo, disfruta.
Fotografías @catypol - Circus day.