—Teresa, baja a la panadería a por unas agujas de pollo, por favor —dijo doña Emilia.
—Sí, señora, ahora mismo —respondió Teresa.
Entonces, Teresa se quitaba el mandil y volaba escaleras abajo hacia la panadería. Allí estaba él, Nicolás. Se encargaba de que al horno no le faltara leña, de que el pan no se quemara, de que todo se cociera en su punto... y de piropearla cada vez que ella entraba por la puerta trasera, como hacían las criadas de la zona.
Pero allí también estaba doña Francisca, la encargada de rellenar empanadas, pasteles y, por supuesto, las deliciosas agujas de pollo. ¡Qué mala leche se gastaba la señora!
—¿Qué, ya estás aquí otra vez? —le preguntaba siempre, mirando de reojo a Nicolás.
—Sí, doña Francisca. Mi señora me envía a por agujas de pollo —le contestaba Teresa, más roja que un tomate.
—Pues ponte a la cola, bonita, que hoy todas las señoras se han puesto de acuerdo para comerlas —reía doña Francisca con sorna.
A Teresa el corazón le latía con fuerza. Así podría contemplar durante más tiempo a Nicolás. Se puso a la cola de criadas, toda feliz. Roja, pero feliz.
Cuando por fin le tocó el turno, recordó que había salido con tanta prisa que se le había olvidado coger el dinero. Y doña Francisca no fiaba ni a su sombra. Tuvo que bajar la cabeza y salir corriendo, dejando a Nicolás desconcertado.
Al llegar a casa, doña Emilia ya la esperaba con ansia de agujas… y se puso de un humor de perros al saber la verdad.
—Ay, Te-re-si-ta... Si te dieran una aguja de pollo cada vez que piensas en el panadero, no tendrías que bajar a por ellas: ¡las tendríamos por docenas en casa!
A mi me gustan las agujas de pollo, que son las se que venden en las panaderías mallorquinas desde hace mucho tiempo, no sé definirlo en años ni recuerdo la primera vez que las comí pero si que forman parte de mi vida en la isla.
Lo que más me extraña de ellas es que no hay receta en ningún recetario mallorquín que conozca pero gracias a Lydia del blog Un hervor he conseguido hacerlas, y me siento muy complacida con el resultado, hace mucho que no comía unas agujas de pollo tan buenas, aunque no seas un ansias como yo, déjalas enfriar que es cuando se nota todo su sabor.
Para ello, ella usa una masa de hojaldre casera, yo no dispongo de ella ni tiempo para hacerla pero me decidí a cocinarlas por que encontré una masa de hojaldre de 196 capas y me sedujo probarla, espero un día poder hacerla yo y volveré a cocinarlos totalmente caseros.
· AGUJAS DE POLLO ·
Ingredientes para 6
Necesitarás 6 moldes alargados de unos 14,5 cm.
1 plancha de hojaldre
Para el relleno- 130 gramos de pollo asado, picado
- 2 huevos cocidos
- 1 cebolla pequeña, picada
- 300 mililitros de leche
- 1 cucharada de harina
- Sal al gusto
- Pimienta negra molida
- 2 cucharadas de aceite de oliva
Precalienta el horno a 180 °C
El relleno.- En una sartén, calienta el aceite y pocha la cebolla hasta que esté transparente.
- Retira del fuego, añade la harina y remueve enseguida para que se integre bien con la cebolla.
- Vierte la leche poco a poco, remueve constantemente para evitar grumos, y vuelve a poner la sartén al fuego.
- Salpimienta al gusto y continua removiendo hasta que la mezcla comience a hervir y espese ligeramente.
- Añade el pollo picado, mezcla bien y, tras el segundo hervor, apaga el fuego.
- Pica los huevos cocidos y agrégalos a la bechamel.
- Reserva.
Montaje.- Estira la plancha de hojaldre.
- Como los moldes son alargados, recorta rectángulos que encajen en ellos.
- Forra los moldes con el hojaldre, presionando con la yema de los dedos en las esquinas y el fondo.
- Recorta la masa sobrante a ras del borde.
- Rellena cada molde con la bechamel de pollo.
- Decora la parte superior con unas tiras de hojaldre en forma de “X”.
- Hornea durante 45 minutos, o hasta que el hojaldre esté dorado y crujiente.
- Deja enfriar completamente antes de desmoldar y servir.
Relato y fotografías @catypol - Circus day