Amanecí antes de que el sol nos regara con su luz, antes de que el gallo abriera su pico para atormentarnos con su sonido estridente y pensé, ¡bien! he ganado a María, pero no, ella ya estaba en pie, lista para comerse el día que venía por delante y esperándome con café recién hecho en la cocina.
Los mayores habían pronosticado que íbamos a ser una generación lejana, viajera, tecnológica y acomodada, que no nos importa la tradición y sobre todo, el pasado. Pero yo soy la excepción, les digo. Llegado estas fechas me gusta ponerme el delantal y ensuciarme de harina, manteca o queso, mientras mis hermanos viajan o ocupan estos día libres en otras actividades más a su estilo.
María es lo más cercano que tengo de mi familia y con ella me voy cada año, la casa grande, el fresco primaveral y su sabiduría pasada me atrae como el hierro a un imán. El parral en el patio nos hace sombra mientras comemos fuera, Lanas la vieja perra que curiosamente casi no tiene pelo sigue acostada en el mismo sitio cada año, María asegura que de vez en cuando se mueve, y se ríe al ver la expresión de mi cara.
No quise contradecir a los mayores, también viajé y me acomodé a mis tiempos pero echaba de menos disfrutar con más cordura y entendimiento estos momentos, diferentes a cuando era pequeña y corría alrededor de la mesa de la cocina mientras las mayores hacía "rubiols" y panades, veía la televisión y me enfadaba porque con dos canales no había nadie que pensara en los pequeños por lo que no había dibujos animados. Peleaba con mis hermanos para hacer los crespells con los cortapastas que más nos gustaban, y leía, leía sobre países lejanos y personajes famosos, sobre vivir en otras ciudades y en otras culturas e imaginaba que un día yo también marcharía de aquí.

Dentro de nuestra gastronomía dulce de Semana Santa tenemos los robiols, rellenos de requesón o mermelada o cabello de ángel que con el tiempo se ha extendido al gusto de los más jóvenes, flan, crema de cacao o dulce de leche. Como dice mi madre los primeros en comerse deben ser los de requesón pues los de mermelada y cabello de ángel duran más tiempo y los primeros enmohecen, eso si no llegan a tanto tiempo pues desaparecen muy rápidamente si la familia es grande como la nuestra.
· ROBIOLS ·
Masa.- 300 gramos azúcar
- 75 mililitros de aceite de oliva
- 150 mililitros de zumo de naranja
- 75 mililitros de mistela (opcional)
- 3 yemas de huevo
- 300 gramos manteca a temperatura ambiente
- 1 kilo harina
Relleno de requesón.
- 250 gramos de requesón
- 1 cucharadita de canela en polvo
- 2 cucharaditas de azúcar
- 1 yema de huevo
- Ralladura de 1 limón
Otros rellenos: cabello de ángel, mermelada, flan, crema de cacao, dulce de leche
Azúcar glas
En un cuenco grande vierte el azúcar, el aceite, el zumo y la Mistela.
Añade las yemas de huevo y remueve.
Añade la manteca y poco a poco la harina hasta formar una masa que no se pegue a las manos.
Deja reposar.
El requesón.
Mezcla el requesón, canela, azúcar, yema de huevo y ralladura de limón.
Precalienta el horno a 180 ºC
Formardo.
Pon una bola de masa no muy grande entre dos plásticos.
Aplana con un rodillo.
Quita el plástico superior y rellena con una cucharada de requesón.
Con el plástico inferior ayuda a cerrar la masa y darle forma al robiol.
Aprieta los bordes y corta en semicírculo dándole forma de empanadilla.
Hornea entre 15 y 20 minutos, que estén un poco dorados.
Cuando estén fríos espolvorea por encima azúcar glas.
