Foodie, diseñadora gráfica, cuentacuentos y aficionada a la fotografía es un resumen de lo que encontrarás aquí, un circo lleno de recetas, historias y espectáculo. Señoras y señores, mesdames et messieurs, ladies and gentlemen, bienvenidos a Circus day, espero que te guste el show.
En un parque soleado, Marta disfrutaba de un helado de almendra mientras observaba pasar una bicicleta roja que chirriaba con un violín desafinado. De repente, apareció un señor demasiado grande para aquel banco diminuto, que intentó sentarse sin éxito y terminó aplastando una flor con su enorme pie.—¡Perdón, perdón! —dijo el señor, apenado, mientras buscaba un lugar donde no estorbar.
Al lado del banco, un portal pequeño apareció de la nada, justo lo suficientemente grande para que el señor pudiera entrar y desaparecer. Marta se quedó mirando, helado en mano, pensando que ese día el parque no solo tenía helados de almendra, sino también magia en miniatura y gente demasiado grande para ella.
El postre de los domingos de mis veranos infantiles eran de helado, helado de almendra que mi madre elaboraba a base de un preparado mallorquín de azúcar y almendra, o avellana.
El postre de los domingos de mis inviernos eran flan.
En la adolescencia se perdió todo y la nostalgia lo ha traído de nuevo, en este caso casero.
· HELADO DE ALMENDRAS ·
Ingredientes
1 litro de leche de almendras, congelada en cubitos
180 gramos de almendras o harina de almendras (o avellanas)
250 gramos azúcar
La piel de 1 limón
1 cucharadita de canela
Elaboración
Pon todos los ingredientes en la Thermomix, menos la leche en cubitos.
Pica 20 seg velocidad progresiva 5-10.
Añade los cubitos poco a poco 1 minuto y medio velocidad 5-10. Hasta que se forme una crema espesa.
Guarda en el congelador.
Saca del congelador un tiempo antes de consumirlo.
Nota: si no tienes Thermomix hazlo con la túrmix o con un procesador de alimentos, pero que las almendras sean en harina y no enteras así será más fácil.
A mi abuela le gustaba peinarme por la noche. Decía que mi negra cabellera la había heredado de su hija Olive, una mujer alta, exageradamente delgada y con un eterno novio marinero al que le gustaban mucho las espinacas. Aunque yo la recuerde con un casto moño —como el que lleva mi abuela— y con unos pies enormes (y eso que quede entre nosotros, pues nunca reconoceré haberlo dicho delante de ella).
Lo que me gustaba de que mi abuela estuviera en casa no era precisamente que me recordara a mi tía, sino más bien su granola. Mejor que las espinacas. Endulzada con algo que ella nunca revelaba, y a mí me daba igual, pues no iba para repostera ni cocinera. Con que me lo hiciera ella, me bastaba. Tendría que convencer a mi madre para que le dejara la receta, o un día esa maravilla desaparecería de mi vida.
Cuando la tía Olive vino una vez de visita, lo hizo sin su eterno novio. Yo todavía era pequeña y todo de ella me fascinaba. Su “Oh, dear!”, que solía decir tan frecuentemente, se me “pegó” y no paraba de repetirlo. Hasta la abuela me puso mala cara alguna vez:
—¡Qué cansino! —decía frunciendo el ceño.
Desde aquella visita que nos trastocó a todos un poco, a mamá no le hacía demasiada gracia la llegada de su cuñada. Pero si la abuela prometía que lo compensaría con su granola, la tía Olive era recibida con alfombra roja incluida.
La granola es un delicioso alimento que se ha vuelto muy popular en los últimos años. Se trata de una mezcla de ingredientes naturales, como avena, frutos secos, semillas y miel, que se hornea para obtener una textura crujiente y un sabor delicioso.
El origen de la granola se remonta al siglo XIX, cuando el médico suizo Maximilian Bircher-Benner desarrolló una receta a base de avena cruda, frutas y nueces para alimentar a sus pacientes. Esta mezcla se convirtió en un alimento energético y nutritivo, y con el tiempo evolucionó hasta convertirse en la granola que conocemos hoy en día.
Se ha vuelto muy popular debido a sus numerosos beneficios para la salud. La avena es una excelente fuente de fibra y ayuda a mantener el sistema digestivo saludable, mientras que los frutos secos y las semillas proporcionan grasas saludables, proteínas y una gran variedad de nutrientes. Además, la miel utilizada en la granola le brinda un dulzor natural y también aporta beneficios antioxidantes.
Puede ser consumida sola como un snack saludable, pero también se utiliza como ingrediente en numerosas recetas. Se puede añadir a yogures, batidos, ensaladas de frutas o espolvorear sobre postres para darles un toque crujiente y nutritivo.
Y esta es mi versión, queda decir que si quieres puedes añadirle chocolate negro aunque yo lo añadiría después de la cocción para que no se derrita o también puedes añadir a la mezcla frutas deshidratadas si te gustan, personalizable según tus gustos.
· GRANOLA ·
Ingredientes
150 gramos de copos de avena
75 gramos de semillas de calabaza
40 gramos de semillas de girasol
35 gramos de semillas de sésamo
40 gramos de almendras laminadas
40 gramos de avellanas troceadas
50 gramos de coco rallado
1 cucharada de sal y pimienta
1 cucharada de canela molida
1 cucharadita de cúrcuma
75 gramos de aceite de coco derretido
120 gramos de miel
1 cucharadita de vainilla líquida
Elaboración
Mezcla bien y extiende todos los ingredientes sobre una bandeja de horno.
Hornea a 170 ºC durante 30 minutos o hasta que esté dorado.
Deja enfriar y rompe en trozos.
Guardar en un recipiente hermético.
Relato, fotografías y vídeo @catypol - Circus day.
Era un día de verano en una calle cualquiera de Nueva York, donde el calor hacía que hasta los taxis parecieran derretirse. En una pequeña pizzería, se servía la última moda gastronómica: la pizza vietnamita, una locura de sabores con hierbas frescas y un toque picante que nadie sabía cómo pronunciar. Justo cuando Leo mordía su primera porción, escuchó un susurro:
—¿Quieres bailar sobre el tejado?
Alzó la vista y vio a Maya, su vecina, llamándolo desde el edificio de enfrente.
—¿En serio? —preguntó, con la pizza en la mano.
—¡Claro! Solo hay que saltar con cuidado y disfrutar del verano.
Con la pizza envuelta en servilletas, Leo trepó hasta el tejado. Entre risas, bailaron al ritmo de una canción que solo ellos escuchaban, mientras la ciudad vibraba abajo.
—¿Quién necesita discotecas cuando tienes una pizza vietnamita y un tejado en Nueva York? —dijo Leo, entre un paso y otro.
Maya sonrió y susurró de nuevo:
—Este verano va a ser inolvidable.
¿Qué es bánh trang nướng?
A menudo llamada pizza vietnamita, bánh trang nướng es un refrigerio vietnamita que apareció hace unos 20 años. Bánh tráng es el nombre del papel de arroz y nướng significa asado, por lo que podríamos traducirlo como papel de arroz asado.
Es muy popular en Đà Lạt, una ciudad en el centro de Vietnam, donde se suele vender por la noche en la calle. Se pone papel de arroz en una parrilla, luego se le agregan cebolleta, se sazona, se rompe un huevo y se cubre con chorizo en rodajas. Luego, todo se rocía con salsa de chile y mayonesa antes de doblarlo, hay tantas versiones como vendedores.
A mi me parece un desayuno ideal, ¿por qué?, porque es salado (y dicen que es mejor que el desayuno sea salado a dulce, por eso de los picos de glucosa), puedes usar restos de ingredientes de otros platos, y es súper fácil de cocinar, empiezas el día con energía.
· BÁNH TRANG NU'Ó'NG ·
Ingredientes para 4
4 obleas de arroz
4 huevos (batidos)
Tiras de pollo asado o cerdo
4 cucharadas de maíz
Tiras de zanahoria
4 cucharadas de cebollino cortado
Salsa chili
Mayonesa
Aceite de oliva virgen extra
Elaboración
Pincela un poco de aceite en una sartén, pon una oblea de arroz dentro.
Echar el huevo batido y espárcelo con una cuchara dentro de la oblea.
Cuando empiece a cuajar añade los demás ingredientes
Por último echa un chorrito de salsa chili y otro de mayonesa.
Dobla la oblea y sirve.
NOTA:
Se puede hacer al gusto de cada uno, con cebolleta, pimiento, kimchi, arroz...
Cuando una tirita formaba parte de la cura del dolor y las lágrimas duraban lo que duraba el “sana sanita”.
Cuando en los cuentos de princesas, los príncipes salían del beso a una rana.
Cuando la leche te dejaba bigote.
Cuando contabas me quiere, no me quiere, con los pétalos de una margarita, y si era sí, sonreías como una tonta y si era no, volvías a repetir para que saliera sí.
Cuando las mariposas volaban en el estómago cada vez que te enamorabas.
Cuando la primavera te hacía llorar de alegría y no de alergia.
Cuando pedías un deseo a una estrella fugaz y te emocionabas por haberla visto y deseabas que se cumpliera.
Cuando el chocolate te gustaba, y te sigue gustando, a porciones, a tableta, en taza, en bizcocho, en caramelo o en galleta.
Parece ser que la receta se originó en la primera mitad del siglo XX en la casa de Helen Fredell de St. Paul, Minnesota. En el “Cooky Carnival” de Betty Crocker (que presenta Molasses Crinkles), la Sra. Crocker escribe: “Cuando se sirvieron en Mrs. Fred Fredell's en St. Paul, Minnesota, estaban tan deliciosas que le supliqué la receta. Gracias a ella, miles de personas han disfrutado de estas galletas".
·CHOCOLATE CRINKLES ·
Ingredientes
60 gramos mantequilla
230 gramos chocolate semidulce o amargo, picado
85 gramos azúcar
2 huevos grandes
2 cucharaditas azúcar de vainilla
195 gramos harina
1/4 cucharadita de sal
1/2 cucharadita de levadura en polvo
110 gramos azúcar glass tamizado
Elaboración
Funde al baño María el chocolate con la mantequilla.
Reserva.
En la batidora, bate los huevos y el azúcar hasta que espese, se vuelva una crema blanca y esponjosa (de 3 a 5 minutos).
Añade la vainilla y seguidamente el chocolate.
Sigue batiendo hasta que se mezcle bien.
En un cuenco aparte mezcla la harina, la sal y la levadura en polvo.
Agrega los ingredientes secos con el chocolate y bate hasta que se mezcle todo bien.
Tapa con film y refrigera hasta que esté firme, desde unas horas hasta toda la noche.
Precalienta el horno a 165 ºC
En la bandeja del horno pon un papel de hornear.
Coloca el azúcar glass tamizada en un cuenco profundo.
Forma bolas de unos 2.5 cm. y hazlas rodar e impregnarse bien dentro del azúcar glass.
Tiene que quedar muy pero que muy recubierto.
Coloca en la bandeja dejando separación entre ellas (unos 5 cm.).
Hornea unos 10 minutos, y deja reposar 5 sobre una rejilla.
Cuando llegaba el frío invierno se metía en capas de ropa, como una cebolla__decía ella, y eso le encantaba, le gustaba sentir el frío aun metida entre esas capas, decía que eso la hacía sentirse viva, con vigor para seguir adelante y notar cada parte de su cuerpo.
Una vez, cuando su novio rompió con ella y la dejó desolada, sus amigas decidieron viajar a una isla con mucho calor, para divertirse, bailar y beber, beber hasta olvidar. Pero ella no soportaba el calor, tanto calor, decía que la asfixiaba y que hacía que el dolor se quedara dentro, sin poder salir, sin poder quitárselo de encima, el calor la aletargaba, dejaba su interior en pausa y que cuando volviera a la normalidad aún lo llevaría dentro.
Así que se fue de la isla igual que llegó, dolorosa además de quemada por el sol. Juró y perjuró que nunca volvería a quitar penas expuesta al calor. Ella necesita el frío, necesitaba sentirse viva para gritar a los cuatro vientos y en todos los idiomas que sabía, que ella era una guerrera.
El congee son gachas de arroz tradicional muy consumido en Asia. Se obtiene cocinando el arroz durante mucho tiempo en caldo o agua, siendo el grano redondo quizás el más utilizado aunque dependiendo el país también se usa grano largo. Generalmente se sirve solo pero también se le añade pollo, pescado o verduras en la versión salada, pues también existe la versión dulce. Este plato está hecho a menudo para personas mayores o niños que están convalecientes ya que es nutritivo y fácil de digerir. Es un buen desayuno a pesar de que el tiempo de cocción sea largo y también un buen plato para las penas de amor.
En mi versión, como era para comer al mediodía, le he añadido pollo y champiñones, y el caldo también era de pollo, totalmente casero. Y aunque todo lo he cocinado por separado, existe la versión de cocinarlo todo junto, al menos la última media hora de cocción del arroz. Yo prefería pasar la carne y champiñones por la plancha y darle un toque tostado. A la hora de servir lo he presentado con unas gotas de aceite de sésamo pero también le va bien salsa de soja. Es una receta muy sencilla, lo único es el tiempo de preparación que se alarga mucho, pero realmente vale la pena probarlo.
· CONGEE DE POLLO Y CHAMPIÑONES ·
Ingredientes
180 g arroz redondo de grano corto
2,5 litros de caldo de pollo o agua
1 pechuga de pollo (cocida) finamente fileteada
8 champiñones pequeños, cortados a rodajas finas
Jengibre fresco picado
Aceite de sésamo o salsa de soja, para servir
Cebollino fresco cortado pequeño, para servir
La sopa.
Enjuaga y escurre el arroz por 3 veces.
En una olla lleva a ebullición el arroz con el caldo o agua, remueve, baja el fuego y deja cocinar durante 1 hora, removiendo cada 15 minutos, tiene que quedar una consistencia de gachas.
Vigila que los granos no se peguen al fondo de la olla.
Mientras con un poco de aceite en una sartén, sofríe el pollo fileteado con los champiñones, termina con el jengibre rallado.
Para servir.
Reparte el arroz en 4 cuencos, reparte por encima del arroz el pollo con los champiñones, el cebollino y echa unas gotas de aceite de sésamo por encima.
Nota:la sopa puede espesarse más cuando se vaya enfriando, puedes añadir un poco de caldo de pollo para compensar. Y si no le pones soja, añade un poco de sal al caldo.