Señoras y Señores,

Bienvenidos a Circus Day

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Hola,

Soy Caty y dirijo este circo

Foodie, diseñadora gráfica, cuentacuentos y aficionada a la fotografía es un resumen de lo que encontrarás aquí, un circo lleno de recetas, historias y espectáculo. Señoras y señores, mesdames et messieurs, ladies and gentlemen, bienvenidos a Circus day, espero que te guste el show.

Hi, I'm Caty and I lead this circus.

Foodie, graphic designer, storyteller and photography amateur is a summary of what you will find here, a circus full of recipes, stories and spectacle. Señoras y señores, mesdames et messieurs, ladies and gentlemen, welcome to Circus day, I hope you like the show.

The Show

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Charlota de chocolate

Cada día salía de casa para dar un paseo por el barrio. Me gustaba caminar lentamente, saludar a Marie, la señora de la boutique, esquivar a los chicos que salían de clase, ayudar a cruzar al señor Maurice, un poco sordo y ciego para cruzar solo, y sentarme un rato a contemplar la belleza del río que cruza la ciudad. Las barcazas suben y bajan, mostrando a los turistas tal o cual rincón de la orilla, y los pequeños botes con enamorados, agarrados uno a otro, contemplan la misma belleza que yo.

Después me dirigí a Petit Paris, una pequeña cafetería bistró, llena de vida por la mañana, pero que por la tarde se tranquilizaba y abrigaba a los que, como yo, necesitaban un descanso en su día. Allí me esperaba Juliette, mujer delicada y bonita, con unos ojos que dejaban sin aliento a cualquiera que se detuviera a mirarla. Ella sonreía siempre, incluso a aquellos que no tenían tiempo para parar un rato de su vida y saludarla.

Y allí estaba yo, sentado junto a la ventana, admirando el ir y venir de los demás y suspirando por no ser uno de ellos, siempre corriendo de un lado a otro, cuando apareció Juliette con un poco de su magia. Algo llevaba en sus manos, escondido bajo una bella tela. Me miraba pícara y sonriendo.

—Je donne un peu, si vous pouvez deviner ce qu'il est? —siempre conseguía hacerme reír.
—¡Humm! ¿Una calabaza? —dije yo divertido.
—Non, non —dijo ella.
—¿Le has quitado el sombrero al señor Maurice? —bromeé.
—Nooooon —exclamó riendo.
—De acuerdo, me rindo —dije al fin.
—¡Oh, monsieur! Chocolat, charlotte au chocolat pour vous —dijo al fin, sacando la tela. Debajo había una bella charlota de chocolate, tan bella como la ilusión de su dueña, tan dulce como su mirada, tan rica como solo ella sabía hacerla.

Si alguna vez visitas París, búscala, déjate seducir por su magia y admira sus ojos. Ella te sorprenderá siempre.




La charlotte se creó en Inglaterra a principios del siglo XIX y recibió su nombre en honor a la reina Charlotte, esposa del rey Jorge III. Originalmente, este postre se preparaba en un molde alto con bordes acampanados, forrado con pan y mantequilla, y relleno de compota de manzana. Luego, se cocía en el horno durante largo tiempo, de manera similar a un pudín.

Le debemos la charlotte a Antonin Carême, también conocido como Antoine de la Créme y apodado “el rey de los chefs y el chef de los reyes”, siendo el primero en recibir ese título. Fue en las cocinas del Príncipe Regente Jorge IV donde Carême se familiarizó con la charlotte.

Más tarde, modificó la receta original y comenzó a utilizar bizcochos de soletilla, adaptándolos de su forma redonda original a la forma alargada que conocemos hoy. A esta creación la llamó “charlotte parisina” para diferenciarla del postre inglés.



Yo la he hecho mini en un molde redondo de 14 cm de diámetro, porque creo que para tres personas basta, o para dos si te gusta mucho el dulce, por eso en un molde tan pequeño pero, que si quieres más, dobla la cantidad de ingredientes, te prometo que no te será indiferente y lo disfrutarás mucho, casi tanto como si lo hubiera hecho Juliette.

· MINI CHARLOTA DE CHOCOLATE ·

Molde redondo de 14 cm. de diámetro 

Ingredientes
  • 150 gramos de chocolate negro + 75 gr. para los bizcochos
  • 12 bizcochos de soletilla
  • 70 gramos de mantequilla sin sal, a temperatura ambiente
  • 70 gramos de azúcar glasé
  • 1 cucharada de cacao sin azúcar
  • 1 cucharadita de café instantáneo
  • 2 yemas de huevo, a temperatura ambiente
  • 1 cucharada de ron blanco
  • 200 mililitros de nata para montar
Elaboración
  1. Forra el molde con papel de hornear.
  2. Fundé los 75 gramos de chocolate al baño María o en el microondas. Baña con chocolate las puntas de los bizcochos y colócalos sobre papel de hornear para que se solidifiquen en el frigorífico.
  3. Fundé los 150 gramos de chocolate y reserva.
  4. Por un lado, monta la nata.
  5. Por otro, bate la mantequilla con la mitad del azúcar hasta obtener una mezcla blanca y esponjosa. Añade el cacao y el café molido y mezcla bien.
  6. Por último, bate las yemas de huevo con el resto del azúcar y el ron hasta obtener una mezcla blanca que haya doblado su volumen.
  7. Incorpora los 150 gramos de chocolate fundido a la mezcla de mantequilla y cacao. Añade la mezcla de yemas y ron y bate bien para integrar todo.
  8. Finalmente, añade la nata montada con suavidad, mezclando con movimientos envolventes hasta que quede todo bien integrado.
  9. Cuando el chocolate de los bizcochos se haya endurecido, corta los bizcochos para dejarlos a la misma altura que el molde (si prefieres sin cortar, también puedes hacerlo). Coloca los bizcochos en el molde, con la parte bañada en chocolate hacia el fondo.
  10. Vierte dentro del molde la mezcla de chocolate. Golpea un poco el molde para que la mezcla se asiente.
  11. Deja reposar en el frigorífico toda la noche o un mínimo de cuatro horas antes de consumir.
  12. Para desmoldar, coloca la parte de los bizcochos con chocolate hacia arriba y espolvorea cacao por encima.



Relato y fotografías @catypol - Circus day.

Tortillitas de arroz

Marta estaba sentada en su regazo. Balbuceaba mientras el vaivén de su cuerpo, con el que intentaba tranquilizarla, empezaba a hacer efecto en la niña. Canturreaba por lo bajo una canción de cuna, vieja y casi olvidada, pero que se negaba a actualizar para no perder sus raíces.

La noche había sido muy larga. Marta no la había dejado descansar y su cuerpo estaba ya al límite. Habían comido tortillitas de arroz para llenar el estómago, y ahora solo deseaba que la nana hiciera efecto y la dejara tranquila y dormida... para poder hacer ella lo mismo. ¡Dios, cómo echaba de menos los tiempos pasados!

No es que no quisiera a la niña. La amaba. La había llevado dentro durante siete meses. La pequeña tuvo prisa por salir, y casi no lo cuenta cuando se puso de parto. Al final, una cesárea decidió cómo llegaría al mundo, porque su cuerpo no daba para más. Y medio año después, seguía casi en el mismo estado.

A pesar de todo, la unión que había entre ellas era fuerte, y eso la llenaba de orgullo. La hacía sonreír, la calmaba y le daba fuerzas para seguir adelante. Ya volvería la energía, cuando tuviera que volver.



Esta entrada me recuerda mis noches sin dormir después de tener a mi hijo. ¡Dios! Esas comidas a deshoras, esas ganas de salir corriendo cuando no dormía... El arroz es uno de mis ingredientes preferidos, así que no le digo que no, incluso si la tortilla no lleva patata, sino arroz.

Si te digo que esta receta tiene muchos años...
Si te digo que era parte de un coleccionable de recetas de una revista (una de esas que ya han desaparecido)...
Si te digo que esta es mi primera vez haciéndola, pero no será la última...
Y que el resultado nos encantó...

Pues bien, esta es mi receta para el concurso de tortillas de Canal Cocina. Y aunque gané, no pude disfrutar del premio porque era en Madrid y en ese momento no podía viajar. Aun así, estoy muy feliz de haber ganado.


· TORTILLITAS DE ARROZ BASMATI ·


Ingredientes para 4 tortillitas
  • 1 taza de arroz hervido
  • 4 huevos
  • 100 gramos de jamón cocido
  • 50 gramos de pechuga de pollo (puede ser fiambre o pollo asado)
  • 50 gramos de queso mozzarella rallado
  • Sal y pimienta al gusto
  • Aceite para freír las tortillas
 
Elaboración
  1. Corta el jamón y el pollo en trocitos pequeños.
  2. Incorpóralos al arroz hervido junto con el queso rallado.
  3. Salpimienta al gusto y mezcla bien con los huevos.
  4. Pon al fuego una sartén pequeña con un poco de aceite.
  5. Forma tortillitas con la mezcla y cocínalas hasta que queden doraditas por ambos lados.

Nota: Esta receta admite muchísimas variantes: puedes aprovechar restos de arroz tres delicias, añadir verduritas, gambitas… ¡lo que tengas a mano! Es muy versátil y perfecta para no tirar nada. Además, al llevar queso, tiene una textura deliciosa que se deshace en la boca. Una receta sencilla, sabrosa y con espíritu #zerowaste.






Relato y fotografías @catypol - Circus day.
Con esta receta participo y soy ganadora en el concurso de tortillas de Canal cocina (año 2011).

Bizcochitos mallorquines

Y en primavera llegaba su pasión por las flores. Si por ella fuera, su jardín estaría lleno de flores y quizás algún árbol. Bueno, árbol ya había uno: un albaricoquero que hacía que el conjunto del jardín fuera especial, ya que sus frutos anaranjados y rojizos eran una delicia, no solo para la vista, sino también para el paladar. Cuando esto ocurría, su vecina se acercaba para hornear un bizcocho, y pasaban la tarde admirando las flores del jardín mientras compartían un trocito de ese bizcocho familiar que ella le cocinaba.

Cada especie floral era seleccionada para elaborar una diadema que engalanaba las cabezas de muchas novias. Llegaban de todas partes de la isla para llevárselas y formar parte de un día tan especial para ellas, y eso la emocionaba. Cada año era lo mismo, y cada año le latía el corazón de felicidad cuando sucedía.

Bodas, comuniones o simplemente un detalle para hacer sentir especial a alguien... Le encantaba ver luego las fotos que le enviaban. Tenía un tablón donde las exponía, y había un mosaico tan variopinto y precioso que era el orgullo de su trabajo. Allí se veía no solo el resultado de su labor, sino también cómo la vida de sus flores se alargaba mucho más a través de esos recuerdos. Recuerdos de otras personas, y también suyos. Eso la unía a ellos.




Una receta muy "nuestra" o que hacemos mucho en Mallorca es la coca de albaricoque a la que añadimos, a veces, sobrasada, si bien los meses mayo/junio son los meses del albaricoque mallorquín y que todos esperamos, pues es rojizo y muy sabroso, también los usamos para nuestras cocas dulces, y estas suelen ser fermentadas con levadura panadera, yo tengo la versión "rápida", fácil, sin gluten cocinada con freidora de aire aunque también en horno, de cómo hacer bizcocho de albaricoque con sobrasada en un plis plas.


· BIZCOCHITOS DE ALBARICOQUE Y SOBRASADA ·


Ingredientes
  • 110 gramos de harina
  • 8 gramos de levadura en polvo
  • 1 huevo
  • 100 gramos de azúcar
  • Una pizca de sal
  • 50 mililitros de aceite suave (girasol o aceite de oliva suave)
  • 50 mililitros de leche
  • Albaricoques frescos de temporada (para decorar)
  • Sobrasada mallorquina (para decorar)
  • Azúcar glas (opcional, para espolvorear)
Prepara la masa:
Mezcla en un bol la harina, la levadura, el azúcar y la sal. Añade el huevo, el aceite y la leche, y bate hasta que la masa quede suave y sin grumos.

Reposo:
Rellena cápsulas o moldes individuales (que quepan en tu freidora de aire o en el horno). Deja reposar la masa en la nevera durante 30 minutos.

El toque mallorquín:
Sobre cada porción de masa, coloca medio albaricoque (presiona suavemente, sin hundirlo del todo) y una cucharadita de sobrasada. Si quieres, espolvorea un poco de azúcar glas por encima.


Cocina con amor:
  • Freidora de aire: precalienta a 160 °C durante 5 minutos. Cocina durante 16 minutos a la misma temperatura, o hasta que al pinchar con un palillo, salga limpio.
  • Horno tradicional: hornea a 180 °C durante 20 minutos, o hasta que estén doraditos y bien cocidos.








Relato, receta y fotografías @catypol - Circus day.       

Chupitos de sandía

Lauren vive a tres casas de la mía. La conocí un día que salía a tirar la basura y ella regaba sus cactus con una regadera en forma de flamenco. Me saludó con una sonrisa torcida y un “hola” que parecía salido de una película indie. Desde entonces, nos saludamos con una familiaridad extraña, como si nos conociéramos de antes.

Hace dos semanas me confesó que quería ser bartender. Lo dijo así, sin rodeos, mientras me ofrecía una rodaja de sandía helada.

—Quiero ser bartender. De verdad. Mezclar cosas, inventar cócteles, hacer trucos con las botellas. ¿Me prestas tu licuadora? —preguntó, como si eso fuera parte del trato.

Me reí y le dije que sí, y que si necesitaba un conejillo de Indias para sus experimentos etílicos, yo me ofrecía voluntaria. Alguien tenía que sufrir los errores para que otros disfrutaran los aciertos. Esa misma noche llegó a mi casa con una sandía entera, una botella de vodka y un entusiasmo que daba miedo.

—Hoy probamos “La Sandía Cósmica” —anunció, como si presentara un nuevo planeta.

Cortó la sandía, vació parte de su pulpa en la licuadora, añadió un chorro generoso de vodka —muy generoso— y hielo. Lo sirvió en copas de vino porque “no tengo vasos de cóctel todavía”. El resultado era rosa, espeso y peligrosamente delicioso.

—¿Y? —preguntó, observándome como un químico que espera que su fórmula no explote.

—Es como verano en la boca, pero con intenciones oscuras —respondí, ya medio mareada tras el segundo trago.

Desde entonces, cada viernes es “noche de prueba”. Ya hemos pasado por combinaciones con pepino, jengibre, e incluso un experimento fallido con pimiento rojo que juramos olvidar. Lauren apunta todo en una libreta azul con dibujos de cócteles. Dice que un día abrirá su propio bar y que habrá un cóctel en el menú llamado “El Conejillo”, en mi honor. Tendrá vodka, sandía y un poco de locura. Y yo, claro, estaré en la primera mesa, brindando con una sonrisa torcida.



Si bien en la adolescencia me "moría" por ir a la disco a medida que crecí eso también fue cambiando. Llegado el momento me interesó más las reuniones con los amigos en espacios menos concurridos. Las fiestas particulares también son un buen lugar para divertirse, es más tranquilo y tiene sus ventajas, o inconvenientes, según se mire, hay que invitar siempre a los vecinos, así nos ahorramos las llamadas de atención de los mismos o a la policía y si están en la fiesta pues no se queja nadie.

Bueno la cosa es que, a todos nos gustan las fiestas, si es en verano mejor, por eso de que solemos tener más tiempo libre y las fiestas nos saben bien, muy bien, sobretodo si elegimos servir la bebida de una manera diferente. Se acabó el tiempo de allí me colé y en tu fiesta me planté, ahora todos invitados ¿te apuntas?. Si quieres la versión sin alcohol haz clic aquí.



Dos versiones para sorprender: con gelatina o con fruta natural
Pequeños, refrescantes, y con un puntito travieso. Estos chupitos de sandía servidos en cáscaras de lima son mini cócteles comestibles que se comen de un bocado… ¡y se quedan en la memoria!
Te traigo dos versiones: una con gelatina sabor sandía (súper fácil y rápida), y otra con sandía natural (perfecta si estás en temporada y quieres un toque más fresco y real).

· CHUPITOS DE SANDÍA ·


Versión 1: con gelatina de sandía
  • 10 limas
  • 1 sobre de gelatina sabor sandía
  • 250 mililitros de agua hirviendo
  • 250 mililitros de vodka
  • Semillas de sésamo negro (para decorar)
Paso a paso:
Corta las limas por la mitad, exprímelas y vacía bien las cáscaras. Límpialas por dentro y déjalas secar boca abajo. Hierve 250 ml de agua en un cazo. Retira del fuego y disuelve el sobre de gelatina, removiendo bien hasta que no queden grumos. Añade el vodka, vuelve a mezclar y reparte el líquido dentro de las cáscaras de lima, llenándolas hasta el borde. Mete las limas en el frigorífico hasta que la gelatina cuaje (unas 2–3 horas). Una vez firmes, corta cada mitad en cuñas con un cuchillo bien afilado y decora con unas semillas de sésamo negro.



Versión 2: con sandía natural (en temporada)
  • 6 limas
  • 120 mililitros de zumo de sandía (licuado natural)
  • 30 mililitros de vodka
  • 2 gramos de agar-agar
  • Semillas de sésamo negro
Tip: unas gotas de colorante rojo si quieres un tono más intenso

Paso a paso:
Igual que en la versión anterior: corta las limas por la mitad, exprímelas y limpia las cáscaras por dentro. Déjalas secar. En un cazo, mezcla el zumo de sandía con el agar-agar y lleva a ebullición a fuego bajo. Remueve durante 4 minutos para que active. Retira del fuego, añade el vodka y mezcla bien. Rellena las cáscaras con esta mezcla y deja cuajar en la nevera. Corta en cuñas y termina con un toque de sésamo negro.

✦ Para fiestas, pícnics o simplemente porque sí...

Son ideales para servir en una tabla bonita, como entrada divertida en una cena de verano o como broche final en una comida informal. Puedes hacerlos sin alcohol si lo prefieres, usando solo zumo o agua con sabor.

🌱 Variación sin alcohol: sustituye el vodka por agua de coco, zumo de lima o infusión fría de hibisco.





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