Catalina estaba sentada frente a un ordenador en la biblioteca. Iba a estudiar allí porque en su casa había tanto alboroto que ni el emperador Majencio —el perro— conseguía paz entre tanto ruido. Ladraba hasta quedarse sin voz y, agotado, salía al patio a dormir de lo exhausto que quedaba. Por eso, Catalina salía corriendo de casa y se refugiaba en la biblioteca. Demasiados hermanos pequeños.
Le gustaba tanto leer como aprender, de donde fuera, incluso a través de Internet. Era su "herramienta" nueva y, desde que la descubrió, la verdad es que no leía tanto como antes. Su padre decía que estaba enganchada, y su madre se enfadaba cuando, ante cualquier problema, Catalina tenía una solución según san Google. Aquello, al no ser comprendido, asustaba a su madre y acababa castigándola en su habitación… justo cuando empezaba su rato de televisión, el único permitido al día.
—¡Oh, porca misèria! —pensaba Catalina, toda enfurruñada.
Pero la verdad es que el enfado le duraba poco a su madre. Al rato, se presentaba en la habitación con una taza de chocolate caliente y una ensaimada, la animaba a comérselo y le pedía paciencia. Le explicaba que era de otra generación, y que con tanto niño en casa, tanto llanto, tanto ladrido, gritos y ruido, había perdido la santa paciencia hacía ya mucho.
—Si san Google pudiera proporcionarme un saco lleno, terminaría rezándole a él —sentenciaba su madre.
—Mamá, Google es un buscador —decía Catalina con la boca llena.
—Bueno, pues que me busque el saco de paciencia y lo alabaré —sonreía su madre.
Catalina la admiraba. No sabía cómo lo hacía, pero su madre era mejor que Internet. Sobre todo cuando le enseñaba a rectificar, a hacerse perdonar y a querer. Eso, eso sí que no lo buscaría en la red.


Actualizado: En 2014, tuve el privilegio de que mi querida amiga Cristina del blog 1000 antojos me llevara al horno de Ca'n Delante en la localidad mallorquina de Inca y allí me enseñaran como hacen ellos las ensaimadas, me gustó tanto, estoy tan agradecida de tener amigas como ella, la quiero un montón. Así dibujé los pasos que ellos me enseñaron:
25 de noviembre, Santa Catalina, sí, mi santo, aunque yo no soy muy del santoral suelo celebrar el día ya que mi madre también se llama así, pero no es un día especial, al menos no como otros lugares de España que Santa Catalina es la patrona y se celebra cada uno a su manera. Supongo que debido a la historia de esta Santa que está acompañada de una rueda, uno de los símbolos de su martirio, tiene un dulce, que no conozco, llamado las ruedas de Santa Catalina, y si va de ruedas o mejor dicho de círculo, el que sí conozco y amo, es la ensaimada mallorquina, redonda y con interior hecho a capas, que más que ser un martirio es una delicia que nadie debe perderse.
· ENSAIMADAS ·
Ingredientes- 1 huevo
- 2 vasos de agua de 70 gramos cada uno
- 110 gramos de azúcar
- 15 gramos de levadura prensada
- 400 gramos de harina de fuerza
- Sal (un pellizco)
- Manteca de cerdo
- Aceite (para untar la mesa donde se estira)
- Azúcar en polvo (para espolvorear )
Elaboración
Romper el huevo dentro de un lebrillo y remover bien. Calentar un vaso de agua (70 gramos) y fundir el azúcar en él. Verter en el lebrillo y mezclar. Fundir la levadura usando 70 gramos de agua restante un poco tibia y añadir al lebrillo. Añadir la harina y la sal poco a poco y mezclar bien hasta conseguir una masa lisa. Untamos la masa con un poco de aceite y la dejamos dentro del lebrillo hasta que doble el volumen.
Amasar para sacar el aire y dividir la masa en 6 partes iguales. Poner un poco de aceite sobre la mesa y estirar cada parte con un rodillo, tienen que quedar muy muy finas. Untar muy generosamente con manteca sobre la masa. Estirar con las manos la masa para que quede más fina posible, si alguna vez se rompe no pasa nada. Enrollamos la masa, que quede un rulo. Dejar reposar los rulos hasta que la masa pierda nervio, más o menos una hora. Después estirarlos rulos para que queden lo más finos posibles.
Forrar 2 bandejas de horno con papel de hornear y hacer una espiral sobre ella con cada porción. Dejar espacio entre las curvas de la espiral, para que al levar la masa no se monte sobre la masa. Guardar las bandejas en el horno con un vaso de agua y dejar levar las toda la noche. Es importante, porque las ensaimadas deben fermentar con lentitud para que queden bien. Pasado este tiempo, calentar el horno a 200º C y cocer unos 10-12 minutos.
Una vez frías espolvorear con azúcar en polvo por encima.