Sentada junto la puerta de su casa, María miraba al horizonte, después de haber hecho todas las tareas que solía hacer cada día, le gustaba salir, respirar y observar el ir y venir de los vecinos, aunque cualquiera que la contemplara diría que no les prestaba atención, pero yo sabía que si le preguntaba me diría hasta el color de los ojos de cada uno que pasaba por allí, se fijaba hasta en el más mínimo detalle.
Nunca había fumado, decía que su marido lo había hecho por los dos, tampoco era una gran comensal, para ella, una sopa de ajo, le era suficiente. Le gustaba tomar una copita de vino para comer, comiera lo que comiera, aunque fueran dos galletas. Y le encantaba usar perfume de patchouli, cosa que nos sacaba un poco de quicio a los demás, pues el olor era muy fuerte para nuestras narices, pero ella nos decía que en su momento fue un artículo de lujo, y así zanjaba cualquier discusión.
Bajita, delgada, arrugada y con muy mala leche si se lo proponía, y te aseguro que se lo proponía muy a menudo, era el centro de atención de los vecinos, unos decían que por ser vieja, otros por su carácter luchador, otros por no hacerle la contraria, nosotros por quererla tanto, y Ramón por ser la mujer de su vida, sea por lo que sea, ella destacaba siempre, verla sentada junto a la puerta de casa parecía que estuviera vigilando sus dominios y eso me hacía sonreír.
Los lunes siempre son algo duros, aunque a veces no es así y pueden llegar a ser maravillosos. Eso me pasó el lunes de la semana pasada cuando fuimos convocados para visitar la fábrica Quely, esa misma de donde salen las deliciosas galletas de aceite (galetes d'oli), conocidas mejor por Quelitas (de tamaño pequeño) o Quelis. Para muchos no necesitan presentación, crecimos con ellas, forman parte de nuestra vida y también de nuestras generaciones futuras. Aunque, igual que todos crecemos, la marca también ha crecido y con ella, las opciones de comer las Quelis, nosotros dimos buena cuenta de ello.
Eramos un buen número de personas interesadas en conocer las "entrañas" de este corazón tan grande, así que convocados a buena hora, allí estábamos todos dispuestos. El equipo de Quely nos recibió con los brazos abiertos, y mientras nos enseñaba las instalaciones nos fue explicando el proceso de elaboración, empaquetado, distribución, y alguna que otra observación sobre la "aceptación" de estas galletas en otras religiones, no olvidemos que hay religiones que prohíben ciertos alimentos según el producto o cómo estén cocinados.
Y si, comimos también, por si alguien se lo estaba preguntando, el chef Tomeu Torrens del celler de Can Amer, se encargó de prepararnos unas tapas que hizo las delicias de todos, no sabría decir cuál era más rica, el conjunto de los ingredientes con los productos Quely es delicioso, pero seguro que eso muchos ya lo sabéis, ¿verdad?.
También nos propusieron elaborar una receta con alguno de sus productos, a elección libre, y aunque yo tengo una receta en el blog con sus galletas dulces, tiramisú, no era esa la que quería presentar. Yo quería presentar una receta que forma parte de mi familia, es una receta mallorquina que antes se comía en muchas casas, y que el tiempo y otros platos ha dejado atrás, pero a la que yo le tengo especial cariño pues recuerdo que era muy pequeña y ya me gustaba mucho, y en casa, mi madre, siempre me la preparaba con galletas Quely y sin tomate.
Es una sopa que todos conocéis como sopa de ajo, pero que en Mallorca se conoce como Pancuit. Se elaboraba con pan de otros días pero a mi me gusta con galletas, es tan simple y deliciosa, que me ha parecido una buena idea para rendir homenaje a Quely y a todas las madres, abuelas o cocineras que tan gustosamente aún hoy elaboran este plato.
· PANCUIT ·
Ingredientes para 4 personas - 8 ajos picados
- Aceite de oliva
- 4 tomates rallados*
- 1 litro de agua
- 8 galletas Quely o 4 rebanadas de pan duro
- Sal
- Pimienta negra
- 1/2 cucharadita de pimentón*
- 4 huevos, 1 por persona
En una cacerola con 2 cucharadas de aceite sofreímos, a fuego muy lento, los ajos picados (a mi me gustan así, pero se pueden poner enteros chafados), cuando cojan un poco de color le añadimos el tomate y sofreímos. Al sofrito hecho le añadimos el agua y dejamos que hierva. Al romper a hervir le añadimos las galletas, las troceamos con las manos, "groseramente". Dejaremos que las galletas absorban el caldo, y cocinamos unos minutos. Salpimentamos y añadimos el pimentón, removemos. Bajamos el fuego. Cascamos los huevos, y los añadimos uno a uno al caldo, y dejaremos cocinar hasta que la clara esté blanca. Servir la sopa en cuencos y poner un huevo a cada comensal.
Nota: *Esta sopa austera y sana no lleva tomate, fruto que llegó a Europa después de la conquista de América y que no empezó a utilizarse en gastronomía mucho tiempo después. Por lo que las recetas antiguas que yo he consultado de 1638 derivadas de otras de 1431, no llevan este ingrediente. Fue mucho después que se le introdujo a la receta para darle más sabor, y no todo el que la cocina se lo pone. El pimentón también vino de allí como el tomate y lo ponemos en la sopa mucho después, como el tomate, así que la versión de arriba podría decirse que es "moderna".
"Sovint la gent benestant, però molt més sovint encara la gent pobra, menja pancuit, que és una sopa feta de pa bullit amb aigua, oli, sal i un poc d'all; de vegades s'hi posen també ous batuts". Les Balears descrites per la paraula i la imatge, de l'Arxiduc Lluís Salvador d'Àustria, 1871.
Relato, receta y fotografías @catypol - Circus day