El verano hacía tiempo que había quedado atrás: los baños en la piscina, las siestas al mediodía, los juegos por la tarde-noche que llenaban la casa de una banda sonora especial, las cenas al aire libre y las películas proyectadas sobre una sábana blanca en el patio interior. ¡Oh! Esa parte era, sin duda, la mejor manera de terminar la noche.
Mamá y papá, cogidos de la mano; mis hermanas, alborotadas cuando salía un actor guapo —o eso decían ellas, porque a mí todos me parecían del montón—; mi nonna, limpiándose las lágrimas cuando la historia lo requería... Entonces se giraba hacia mí y me decía, con dulzura:
—Mi niño bonito, no crezcas rápido.
Y a mí me desconcertaba. De todas formas, tenía que crecer, así que no le prestaba mucha atención cuando se ponía así de emocionada.
El día que mamá me dijo que esa noche veríamos un spaghetti western, me maravilló. A mí me gustaban mucho mucho los espaguetis, pero no entendía lo de “occidental”.
—¿Hay una película de espaguetis... occidentales?
No sabía qué pensar, así que me pasé el día persiguiendo a la nonna para que me contara el plan. Ella, muy reservada, solo me decía que la película me iba a gustar mucho.
—Hay caballos, disparos y vaqueros —me decía—. No en ese orden... pero los hay.
Y eso me dejó chof. Aunque bueno, si había todo eso, seguro que me gustaría. Sobre todo si, antes de la película, el espagueti estaba en mi plato.
¡Yiiiijaaaa!
Cuando era pequeña, recuerdo que en La 2 hacían ciclos de cine con mucha frecuencia. A veces eran de películas de baile con Fred Astaire y Ginger Rogers, otras veces de cine negro... y otras, de westerns. Algunos eran americanos, pero también los había rodados en España —los llamados chorizo western— o en Italia, conocidos como spaghetti western. Aunque, al final, creo que ese término acabó aplicándose a todos los westerns hechos en Europa.
A mí, particularmente, no es un género que me entusiasme, pero sí gustaba mucho a nuestros mayores. Recuerdo a mi abuela o a mi padre viendo este tipo de películas con auténtica devoción.
Por lo visto, los estudios donde se rodaban muchos de estos spaghetti western estaban en Roma. Curiosamente, en los restaurantes italianos también puedes encontrar un plato muy típico: los spaghetti all’amatriciana. Aunque no son originarios de Roma, sino de Amatrice. Un poco como los westerns, ¿no crees?
La amatriciana —o matriciana, en dialecto romano— es una salsa para pasta que toma su nombre de Amatrice, una ciudad de la provincia de Rieti, en Abruzzo (hasta 1927). Sus ingredientes principales son: tocino (guanciale), queso pecorino y tomate.
Durante el siglo XIX y principios del XX, la popularidad de la amatriciana en Roma creció muchísimo, gracias a los estrechos vínculos entre ambas ciudades. En esa época, muchos posaderos en Roma eran originarios de Amatrice, y el término matriciano pasó a usarse para referirse a una "posada con cocina". La amatriciana fue tan bien recibida que se convirtió en un clásico indiscutible de la cocina romana.
Y tú, ¿con cuál te quedas: con el espagueti… o con el western?
· SPAGHETTI ALL'AMATRICIANA ·
Ingredientes
400 gramos de espaguetis
200 gramos de guanciale (o tocino)
500 gramos de tomates pelados
- Pon el agua a hervir en una cacerola, con una pizca de sal gorda.
- Engrasa una sartén de hierro con manteca de cerdo, pero si tienes una sartén antiadherente no la necesitas. Corta el tocino en tiras y no en dados, añádelo a la sartén y déjalo sofreír en su propia grasa, a fuego lento. El tocino debe volverse transparente en la parte grasa, luego empezando a dorarse, y cuando esté crujiente y tostado ( con cuidado de no quemarlo ) recogerlo con una espumadera y reservarlo en un plato, pero dejar su grasa dentro del sartén .
- Vierte los tomates pelados en la sartén y cocina durante 10/15 minutos.
- Una vez cocidos, tritúralos con un tenedor reduciéndolos a pulpa y añadir 20 gramos de queso pecorino rallado.
- Escurre los espaguetis y añádelos a la salsa de la sartén, salteándolos a fuego fuerte durante 2 minutos y mezclando todo bien.
- Agrega el tocino y el resto de queso pecorino, mezcla rápidamente y sirve la amatriciana bien caliente.
Relato y fotografías @catypol - Circus day.