Queda poco para que llegue el día. Tengo su regalo envuelto en colores, guardado dentro de mi mesita de noche. Metí toda mi ilusión de niña traviesa dentro, para que cuando lo abra se impregne de ella, y vuelva a cogerme entre sus brazos, me eleve hacia el cielo y vuelva a sonreír como cuando se acordaba, cuando me recordaba, como cuando no tenía que decirle nada, cuando con solo mirarnos sentíamos el revolotear de mariposas en su estómago y en el mío.
No creáis que estoy divagando ni penséis que todo esto es absurdo. Me lo prometió, me dijo que el amor, aun cuando se pierde en el pensamiento, deja marca en el corazón. Y si al verme sus ojos brillan, es la señal para darme por enterada de que todavía habito dentro de él, para darme paso a sentirlo, abrazarlo y decirle lo mucho que le quiero.
- 1 plancha de hojaldre
- 1 cebolla roja
- Aceite de oliva
- 1 huevo
- Sal
- Pimienta negra molida
- Precalienta el horno a 200 ºC.
- Corta la cebolla en juliana fina y pequeña.
- En un bol, mezcla la cebolla con una cucharada de aceite de oliva, sal y pimienta.
- Añade el huevo y mezcla bien.
- Puedes usar toda la plancha de hojaldre o formar corazones, como he hecho yo.
- En cualquier caso, pincha la masa con un tenedor y pincélala con aceite de oliva.
- Distribuye la mezcla de cebolla sobre la masa y hornea hasta que se dore.
- Saca del horno y deja reposar antes de servir.




