Hacía mucho frío cuando se levantó María. Siempre era de noche a esas horas, porque ella solía despertarse antes de que amaneciera. Decía que, aunque su cuerpo aún podía dormir un poco más, su mente llevaba rato inquieta y ponía todo en movimiento como si fuera una orquestina.
La llamábamos la abuela del fuego, porque era ella quien encendía la chimenea y hacía que la casa se llenara de calor. Y aquel día no fue diferente de los demás: sabía que había mucho trabajo por hacer. La familia crecía y todos andaban con sus cosas hasta que llegaba el momento de reunirnos. Elegir el mantel, la vajilla, el menú y los postres no era tarea fácil, no… no cuando se quería reunir todos los gustos y convertir en espectaculares los platos reservados durante el año para estas fechas.
En secreto siempre pensé que María era amiga de Santa. Creía que se encargaba de contarle lo que hacíamos bien y lo que no; por eso se levantaba tan temprano… A carcajadas se reía cuando se lo confesé una vez. Ahora sé que la realidad era otra: en verdad era Santa quien acudía a ver a María para contarle lo que él hacía bien o mal.
¿Te ríes? ¡Ríe! Y disfruta de estos días. Que tus fiestas sean felices, que Santa te traiga lo que deseaste. Quizás en tu casa también tengas una María que se levanta muy temprano, te llena de calor el hogar y se ríe contigo de tus ocurrencias.
¡Que tus fiestas sean un circo, que tus fiestas sean un Circus day!



