Septiembre, mes de vino, de vendimia y de fiesta, como no podía ser de otra manera. Por la mañana cuando todavía el sol no ha aparecido con su luz pero si con claridad, íbamos todos desperezándonos y bostezando hasta llegar a los viñedos, el desayuno se sirve muy temprano, casi casi dormidos, poca charla y mucho dolor de huesos de esos días llenos de nervios para saber que buena uva tenemos, la recogida no es fácil cuando se hace mano a mano, como antes de que se encargaran las máquinas de la recolección.
Cuando los primeros rayos de sol asoman sobre nosotros, ya estamos bien despiertos y a toda faena para terminar antes del mediodía, sonreímos pues es el último día de recogida y después todo será fiesta y jolgorio, vino y risas, es tradición cuando se acaba la recogida que nos vistamos bonitos y hagamos una gran fiesta. Septiembre es nuestro mes, mes del vino y la alegría, pues todo indica que este año será una buena cosecha y al final quien brinde con nuestro vino notará sus notas perfectas para acompañar a una buena lasaña ¿de carne, de pescado, de verduras? ¡qué más da! si es en buena compañía, ¿no crees?.
Hace años trabajé en un tienda de vinos, pequeña y muy selecta, o eso pensaba yo. Empecé allí sirviendo cava en Navidad y allí me quedé un tiempo más. Gustarme el vino, pues no, no soy una gran bebedora, quizás más de blanco que de tinto, puede que sí, pero no a lo grande y no en todos los platos. Y eso, cuando se trabaja en una tienda de vinos pues ¡mmmm! mola poco, decía el jefe. Pero, me leí todos los libros, me sabía todas las mejores añadas, sabía de vinos y recomendaciones para poder aconsejar, así que sí, por gusto, en catas no era la mejor pero para vender, lo vendía todo, todo, todo. ¡Ah! y decir que me gustó mucho trabajar en ello, ese silencio de la tienda es tan único y cautivador, nada parecido a una celebración entre amigos, aunque a veces igual de placentera.
De la mezcla de diferentes tipos de uva y un buen enólogo, para que engañarnos, surgen deliciosos caldos que suelen acompañar nuestras más ricas recetas, esta en concreto es un poco como el vino, una receta que tenía de lasaña, y o ¡sorpresa! está hecha en una sartén, así salió y lo probaron en casa unos comensales muy especiales, que además de vino tomaron mojito (era una excusa para hacerlo y beberlo con ellos), pero no con la lasaña ;)
· LASAÑA DE POLLO A LA SARTÉN ·
Ingredientes
Elaboración
- 1 paquete de placas de canelones o lasaña de cocción rápida.
- Pollo cocido desmenuzado (como medio pollo)
- 1/2 cebolla picada
- 1 ajo picado
- Un manojo de espinacas (pueden ser congeladas)
- Salsa de tomate frito
- Orégano seco
- Sal y pimienta negra
- Mozzarella rallada y 1 en bola
- 2 cucharadas de AOVE
Poner las placas de canelones o lasaña en agua muy caliente, dejar que se ablanden durante la elaboración del plato.
En una sartén con unas cucharadas de AOVE (aceite de oliva virgen extra) pochar la cebolla y el ajo. A fuego bajo, añadir las espinacas (si son congeladas bien escurridas), remover. Añadir el pollo desmenuzado o cortado en trocitos. Mezclar todo. Añadir una cucharada de orégano y sal y pimienta al gusto. Echar la salsa de tomate y remover todo. Apartar más de la mitad de la mezcla de la sartén. Pues la vamos a usar para hacer las capas de la lasaña.
Dejar una parte del pollo en la sartén, y siempre a fuego bajo, cubrir esa parte con las placas, poner encima otra parte del pollo y añadir mozzarella rallada. Cubrir con más placas. Añadir la última parte del pollo más mozzarella y cubrir con más placas. Como es la última capa de placas poner encima la mozzarella en bola cortada a trozos y más mozzarella rallada.
Cubrir la sartén y dejar cocinar a fuego bajo durante 10 minutos. Apagar el fuego y servir.
Nota: se pueden usar placas de canelones o lasaña de las que hay que hervir antes, sí, se puede usar, primero las hierves según dice el fabricante y luego las usas como dice la receta.
Relato y fotografías @catypol - Circus day.